domingo, 7 de marzo de 2021

EL CONDADO DE ARAGÓN Y EL REINO DE PAMPLONA


LA CREACIÓN DEL CONDADO DE ARAGÓN

Después de que, en 798, el ejército carolingio penetrara en la península Ibérica y controlara las comarcas pirenaicas, un jefe musulmán llamado Bahlul ibn Marzuq se rebeló contra la autoridad andalusí y tomó Saraqusta y Washqa

Un año después, una fuerza militar enviada por el emir cordobés al-Hakam I (796-822) reconquistó ambas plazas y Bahlul hulló a Pallars. Bahlul fue asesinado por Jalaf ibn Rashid, su lugarteniente en Saraqusta, y el emir recompensó a éste último nombrándolo gobernador de una porción de territorio situado entre Washqa y Bergiduna (Barbastro): la Barbitania. Ibn Rashi gobernó Washq durante sesenta años, siendo su gobierno transferico en 862 a la familia de los Banu Qasi.

Hacia el año 802, y ante la confusa situación creada, los francos decidieron establecer en el corazón de los Pirineos algún tipo de barrera para detener el ímpetu de los musulmanes, y designaron a un personaje llamado Aureolus, hijo de un conde franco, como gobernador de la población de Iaca (Jaca) y sus castillos adyacentes. 

Este tal Aureolus, aunque las fuentes francas lo designan como comes (conde), fue más bien una especie de jefe militar que custodiaba un territorio no demasiado extenso a modo de cabeza de puente con el Imperio franco. Cuando Aureolus murió, en 809, su puesto lo ocupó Aznar Galíndez, dando comienzo a la existencia del condado de Aragón.


PAMPLONA: DE CONDADO A REINO

Más hacia el oeste, en Pamplona, los francos habían alentado una rebelión (año 799) que, dirigida desde Tolosa, había arrojado del poder de la ciudad al muladí Mustarrif ibn Musa, de la familia de los Banu Qasi, e instaurado un gobierno afecto. 

Pero la situación cambió con la entrada en la escena política de una poderosa familia vascona, los Arista, que en el año 803, y en connivencia de los Banu Qasi, tomaron el control de la ciudad. Parece ser que existían lazos de sangre entre las dos familias y deseos de venganza contra los francos, debido al asesinato de Mustarrif.

En el año 806 Pamplona volvió al bando de Carlomagno con la designación del gascón Velasco como gobernador de la ciudad. Velasco estaba muy relacionado con el monarca asturiano Alfonso II (791-842) y con la corte carolingia.

Pero en 816, la victoria de Íñigo Íñiguez y los Banu Qasi sobre el conde Velasco y sus aliados asturianos  (batalla de Wadi-Arum, actual Álava), trajo la vuelta de los Arista al gobierno de Pamplona.

En 824, los francos volvieron a intentar recuperar Pamplona por mediación de los condes Eblo y Aznar Galindo, pero ambos fueron aniquilados en Roncesvalles por una fuerza vascona-musulmana (la Segunda Batalla de Roncesvalles). Los Arista, fortalecidos por esta nueva victoria, pasaron a dominar Pamplona y toda su área de influencia de una forma ya casi definitiva.

Íñigo fue entonces elegido rey con el nombre de Íñigo Arista, dando lugar a la creación del primer reino cristiano de los Pirineos: el reino de Pamplona.


EL REINO DE PAMPLONA

El emir de Abderramán II (822-852) no vio con malos ojos la creación de este reino independiente, el cual se interponía entre sus dominios y el de sus temibles enemigos francos, y sus objetivos, a partir de este momento iban a estar focalizados en la zona de Álava, un territorio que pertenecía al reino asturiano.

El francófilo Aznar Galindo fue expulsado de Aragón por los propios pamploneses, pero su probada fidelidad al emperador Luis el Piadoso le recompensaría con el gobierno de los condados de Urgel y Pallars. Su hijo, Galindo Aznar, perdería el control sobre estos condados, aunque lograría, no obstante, recuperar el de Aragón.

Y sería por la presión a la que se vería sometido, no sólo por parte del walí de Washqa, sino también de los carolingios, lo que le llevaría a pedir protección al rey pamplonés García Íñiguez (852-870), sucesor de Íñigo Arista, y Pamplona volvería a extender su dominio sobre el pequeño condado pirenaico de Aragón.

A pesar de ello, la influencia franca sobre el territorio aragonés seguiría siendo patente sobre todo en el ámbito religioso y cultural, muestra de lo cual son las fundaciones francas de los monasterios de San Zacarías y de San Pedro de Siresa, ambos enclavados en pleno Valle de Hecho, justo en la vía de comunicación con las Galias.

A partir del año 858, los grandes lazos de amistad y colaboración que habían existido siempre entre la familia de los Arista y la de los Banu Qasi se quebró por completo. Ese año, una flota vikinga remontó el río Ebro y apresó al rey García Íñiguez. Los Banu Qasi no intervinieron en su ayuda, y el oneroso rescate que se vieron obligados a pagar los Arista para que aquél fuese liberado haría que la incipiente monarquía pamplonesa buscase una alianza con el rey de Asturias, Ordoño I (850-866). 

Pamploneses y asturianos, conjuntamente, se batieron contra los Banu Qasi y el poder político de éstos últimos se esfumó para siempre. El reino de Pamplona estrechó lazos con el de Asturias, el cual se había convertido en la principal potencia dominante de todo el norte peninsular gracias a la política expansiva de Alfonso III el Magno (866-910).


LA DINASTÍA DE LOS JIMENO

En 868, Alfonso III contrajo nupcias con la princesa Jimena García, de la también poderosa familia pamplonesa de los Jimeno, y aquí se inició un cambio en el orden político del reino. En él, los Jimeno consiguieron alcanzar mayor preponderancia, sobre todo, a partir del año 880, en que García Jiménez inició una hábil política de enlaces matrimoniales con la casa de los Arista.

Por lo que respecta al condado de Aragón, su subordinación al reino de Pamplona continuó sin grandes cambios, e incluso se vio reforzada con el matrimonio de Aznar II, hijo de Galindo Aznar, con una hija de García Íñiguez.

En el plano cultural, el monasterio de San Pedro de Siresa continuó propagando una intensa influencia carolingia, pero, a la vez, surgió otra corriente de fuertes raíces visigodas a través de otro monasterio, el de San Juan de la Peña, cuya labor se centraba principalmente en las zonas de los altos valles montañosos.

Los musulmanes, por su parte, construyeron diversas fortalezas a la entrada de diversos valles, como el castillo de Atarés, emplazado en la orilla izquierda del río Aragón.


EL REINO DE PAMPLONA-NÁJERA

En 905, accedió al trono de Pamplona Sancho Garcés (905-925), de la familia de los Jimeno, no sin la abierta oposición de los Arista. Alfonso III de Asturias y el conde de Pallars colaboraron en su coronación. Sancho Garcés logró expandir el reino y se anexionó la plaza fuerte de Nájera, con lo que el reino pasó a denominarse reino de Pamplona-Nájera. Abderramán III realizó una expedición de castigo en 924, pero ésta no tuvo mayores consecuencias.

A la muerte de Sancho Garcés, su hijo García Sánchez (925-970), de muy corta edad, subió al trono. 

Durante su minoría, el gobierno lo ejerció su tío y, después, la reina madre Toda. Ésta realizó una activa política de enlaces matrimoniales con otros territorios vecinos, como Álava, o como el pequeño condado de Castilla (quede hallaba, en estas fechas, en manos de Fernán González). También unió lazos con el condado de Aragón, todavía bajo la órbita del reino de Pamplona.

Pero Toda consumó la dependencia total de Aragón con respecto a Pamplona cuando en 943 arregló el matrimonio entre la heredera natural del condado aragonés, Andregoto, y su hijo García Sánchez. A partir de este momento, los monarcas pamploneses pasaron a ostentar, también, el título de condes de Aragón.

La labor de la reina Toda no fue nada desdeñable, ya que, además de anexionarse el condado de Aragón, intervino decisivamente en las disputas internas del reino astur-leonés (rebelión nobiliaria favorable a Sancho, hermano de Ordoño III), así como en el condado de Castilla. 

En el plano interno, Toda continuó fortaleciendo el poder central mediante la creación de un grupo de nobles unidos por lazos de fidelidad al rey, los llamados "barones".

Durante el último tercio del siglo X, los reinados de Sancho Garcés II Abarca (970-994) y de García Sánchez II el Temblón (994-1005), se vieron amenazados por la fortísima presión ejercida por el hayib Almanzor, quien intentó, una y otra vez, ocupar una zona tan estratégica como la Sierra de la Demanda. Nunca lo conseguiría, aunque sí llegó a saquear el monasterio de San Millán de la Cogolla.

En 1005, coincidiendo con un período de enorme disgregación de Al-Andalus, inició su reinado Sancho Garcés III (1005-1035), también conocido con el nombre de Sancho el Mayor.



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